Lady

Tengo la tendencia permanente de escuchar canciones que me remiten a experiencias personales, o sentimientos, o la manera en que veo las cosas. Canciones que de alguna manera expresan todo eso que quizás sólo digo en mi sesión de terapia, que me describen en general o frente a determinadas situaciones. ¿Es parte del complejo de diva? Puede ser, admito que me gusta la idea de estar inmortalizada en algo tan lindo como una melodía o cualquier forma artística, sería algo así como una musa ¿No? Qué genial.
Todo esto partió de un momento en el que quedé sumida en una nube difusa de pensamientos aleatorios mientras escuchaba una canción homónima a esta entrada, y así fue como caí en la vorágine de preguntas retóricas que se redujeron a la conclusión de que todo esto es egocentrismo en su estado más puro, o casi.
Claro que soy egocéntrica, soy muy egocéntrica, pero yo lo veo más como un mecanismo de defensa que un defecto, o un arma de doble filo en algunos casos; también es inevitable, en realidad es contradictorio si uno lo piensa: ¿Dónde está mi centro si mi condición me define por la ambigüedad? ¿Y mi ego? ¿Qué es mi ego si no un montón de pedazos remendados incontables veces? Mi egocentrismo es mi refugio y mi cárcel; ahí puedo quedarme cuando todo lo que doy por los demás no es valorado, cuando mi falta de egoísmo y amor propio me deshacen ante el uso y abuso ajeno, y es como si me regenerara en una crisálida para poder salir a escena en la próxima función con una sonrisa y sin un solo rastro de evidencia de lo que pasa por mi cabeza (por el bien de la salud mental de todos).
¿Se puede tener un centro si no se tiene integridad? Tengo un punto convergente, pero convive en el caos con todo esto y mis emociones, tan gastadas y excesivamente manipuladas por el miedo a volver a sentir algún tipo de dolor que se retraen ante cualquier signo de falta de reciprocidad, o se intensifican en el caso de estar vinculadas con mi síndrome, claro.
No soy tan fría como parece, soy muy buena actriz.